José Escánez Carrillo
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Mindfulness, práctica de la Atención Plena, movimiento consciente.
Nuestro comentario:
Estamos acabándolo :-)
Soy abogado de profesión desde 1.990 (especializado en civil y mercantil), desarrollando mi trabajo en Almería. Hace unos años empecé a interesarme por el crecimiento personal y la conciencia, a investigar en el “darme cuenta”, frente a los automatismos y condicionamientos que regían mis actos. Comencé a acudir a cursos y talleres vivenciales y experienciales de movimiento, contacto, meditación, indagando en el conocimiento de mis formas de ser y estar en la vida.
Soy especialista en desarrollo personal y Mindfulness por la Universidad de Almería. La práctica de la atención plena o Mindfulness, puede definirse como “el proceso de observar de forma intencionada cuerpo y mente, de permitir que nuestras experiencias se vayan desplegando momento a momento y de aceptarlas como son, sin juzgar”.
Mi formación ha sido variada, con asistencia a cursos y talleres desde hace años, algunos de ellos:
Los autores a los que sigo en la práctica de la atención plena son varios. Entre ellos, destacar a Vicente Simón y su concepto de la compasión y la autocompasión como habilidad a desarrollar con la práctica del Mindfulness. Igualmente sigo a Jon Kabat-Zinn y su visión sobre la atención plena en la vida cotidiana.
Hay otros autores que me mueven en este tema, a otros niveles, desde Eckhart Tolle hasta Osho, pasando por Khrisnamurti y otros.
La conocí hace años, a través de un centro de psicología con el que tengo relación como abogado, que mantiene varios tratamientos terapéuticos basados en el Mindfulness.
Son varias las razones por las que me entusiasma esta práctica:
Creo que la mente nos juega muy malas pasadas. El funcionamiento natural de la mente nos lleva a la insatisfacción y estamos identificados con la “voz de nuestra cabeza”, que incesantemente nos lleva de un lado para otro, sin que podamos pararla, en un incesante torrente de pensamiento involuntario y compulsivo, con las emociones que lo acompañan. Esa voz casi siempre está en el pasado o en el futuro, fluctuando de un lado a otro (los budistas la denominan “mente mono”, que va de rama en rama). Y creemos a pies juntillas que somos nuestra mente, lo que es un engaño. La mente es un instrumento, no somos nosotros. Con la práctica de la atención plena no quedamos a merced de nuestros pensamientos ni nuestras emociones. Pasamos del pensar al sentir, de la reacción compulsiva a la respuesta consciente, del hacer al ser.
Creo también en la necesidad de observar la realidad sin condicionamientos de ningún tipo, sin las gafas que nos proporciona nuestra visión del “yo y mi historia”. La realidad es la que es, no la que queremos que sea. Si se observa tal cual es, se está mucho más cerca de aceptarla y vivirla, en lugar de resistirnos a ella y pensarla.
Es una práctica muy recomendable para el modo de vida tan sumamente rápido y vertiginoso que se lleva en la actualidad, y por otro lado resulta absolutamente compatible con la cotidianeidad del día a día.
Consiste básicamente en potenciar y entrenar la atención a través de dos tipos de meditación (formal como informal). Con ello se pone atención, con intención, en el aquí y ahora, de manera no condenatoria, a determinados aspectos de una experiencia, así como va surgiendo el observador, el testigo que todos llevamos dentro. Se practica de esta forma la atención a la respiración, al cuerpo, a las emociones y pensamientos, a los sonidos, al silencio, al entorno, etc., así como se llevan a cabo meditaciones informales, consistentes en realizar de forma consciente y atenta cualquier actividad de la vida cotidiana.
Su objetivo primordial es tomar conciencia del funcionamiento de nuestra forma de pensar, sentir y actuar. A través de esta toma de conciencia, podemos descubrir cómo generamos un patrón incontrolado y rígido de pensamiento. Con la práctica, podemos cuestionar las creencias con las que hemos construido nuestro falso concepto de identidad y, como consecuencia, conectar con nuestra verdadera esencia, desde donde empezar a construir una vida más plena, con sentido.
Es una práctica que permite la desidentificación y descondicionamiento de nuestra propia actividad mental, al observar la mente y estar plenamente atento a lo que acontece en el aquí y ahora. Permite desarrollar un amplio nivel de conciencia y autoconocimiento, enfocando la realidad, aceptándola, y viviendo plenamente el presente tal y como es.
Cada vez son más los estudios científicos que demuestran los beneficios de la práctica del Mindfulness. Algunos de estos beneficios son:
A toda persona interesada, sin límite de ningún tipo.
En las sesiones normalmente se lleva a cabo una meditación guiada (con atención a la respiración, al cuerpo, a las emociones, a los pensamientos, a los sonidos, al silencio, al entorno, etc.) y varias dinámicas experienciales de consciencia corporal o similar, así como se hacen propuestas de meditación informal para el día a día. El objetivo es incorporar esta actitud de vida al día a día de los asistentes.
Solo intentan aportar un poco de conciencia a nuestra vida, comenzando por una conexión con nosotros mismos, lo que nos lleva a “darnos cuenta” de nuestra forma de hacer y estar en la vida, y a partir de ahí se produce un cambio, que puede resumirse en un descondicionamiento y desapego de nuestras creencias limitantes, aquellas que nos hacen sufrir.
Se trata de llevar a cabo dinámicas y experiencias mediante las que salir de nuestros patrones mentales o de la manera de actuar en modo de “piloto automático”, llevando a cabo la auto-observación de nuestro cuerpo y emociones, desactivando la reacción automática y dando paso a respuestas conscientes y eficaces que fomenten los cambios necesarios en aras a una mejor calidad de vida.
Cuidado, aceptación y respeto.