Como el nombre de cualquier hijo/a, elegir el nombre de vástago se convirtió en una pequeña odisea, comparando, consultando a amigos, en un ir y venir de palabras y vocablos que en un principio nos gustaban, pero en última instancia, no nos enamoraban.

Todos los que nos surgían nos llevaban a otro tipo de proyecto y con otros servicios, nos recordaban a otras empresas… Fueron apareciendo nombres con reminiscencias latinas o griegas, pero nuevamente consideramos que ya los habíamos escuchado… poco a poco nuestra herencia griega o latina fue dando paso a otra que se respira en tantos sitios de nuestra ciudad Almería: la árabe, o mejor dicho, la mozárabe, con lo que tiene de convivencia de varias culturas y religiones.

Y nos vino la jarcha de Tant'amare, ese poema en lengua mozárabe propio de los andalusíes:

El mensaje se adaptaba como un guante: Tanto amar… nos transportaba al amor que necesita cualquier proceso para que se desarrolle, el que estamos poniendo; a la pasión que necesita la vida para ser vivida; al calor que alimenta a todo ser viviente; al recuperar la esencia de la sabio, de lo verdaderamente importante.
Tant'amare nos sonaba bien, era suave a nuestros oídos, hablaba de nuestras raíces, significaba algo que estaba profundamente enraizado en nosotros…
Nuestro retoño ya tenía nombre.

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